Desde zonas escolares hasta comunidades de viviendas y estacionamientos comerciales, los topes de velocidad pueden parecer ineludibles. Estas medidas de "control del tráfico" están destinadas a reducir la velocidad del tráfico cuando el exceso de velocidad es un problema o un peligro para la seguridad, pero también pueden causar daños a los vehículos que circulan sobre ellos a una velocidad normal de carretera. Estos empujones pueden provocar chirridos y traqueteos, problemas de alineación o incluso daños en los neumáticos o la suspensión.
A menudo colocados en calles residenciales,
reductores de velocidad son redondeados y se pueden hacer en una variedad de formas para adaptarse al terreno circundante. Pueden ser tan cortos como unas pocas pulgadas o varios pies de largo. Por lo general, no se colocan en carreteras principales, rutas de autobús o rutas primarias de respuesta a emergencias, ya que pueden retrasar las respuestas de los camiones de bomberos y ambulancias hasta 10 segundos por joroba cuando transportan pacientes.
Si bien pueden ser efectivos en algunas áreas, el uso de topes de velocidad es controvertido y genera preocupaciones tanto para los conductores como para los residentes. Son costosos de instalar, requieren un mantenimiento continuo y pueden causar daños a los vehículos que se mueven a una velocidad normal en la carretera. Además, pueden generar demoras para los vehículos de emergencia y aumentar los niveles de ruido.
Existen numerosas alternativas a los topes de velocidad, que incluyen límites de velocidad reducidos, señalización mejorada y mayor presencia de las fuerzas del orden. El uso de estos métodos alternativos debe basarse en investigaciones y datos para garantizar que sean realmente necesarios. Si se utilizan para controlar el exceso de velocidad en un barrio, se debe determinar si existe un problema real que no se puede resolver por otros medios.
Muchos propietarios no están contentos con los topes de velocidad en sus vecindarios, y algunos incluso optarán por mudarse de una comunidad que los tenga. Son antiestéticos, pueden ser difíciles de manejar para sillas de ruedas o cochecitos, y pueden ser un peligro de tropiezo para los residentes mayores. Los topes de velocidad pueden reducir el valor de las propiedades, y los compradores potenciales pueden evitar casas en comunidades con ellos.